Desde mi infancia, el maquillaje ha sido más que sólo un interés para mí, ha sido parte de mi vida y de mi estado emocional. Recuerdo los momentos mágicos junto a mi madre, observándola mientras aplicaba su labial rojo, un gesto que siempre realzaba su belleza natural y su confianza. Cada vez que lo hacía, se convertía en un momento de empoderamiento.


Esos momentos con mi madre me transmitieron lecciones valiosas sobre la importancia de la autoestima. Aprendí que el maquillaje no se trata solo de embellecer, sino también de celebrar nuestra confianza.


A los 18 años, decidí seguir mi pasión y me inscribí en mi primer curso de maquillaje en Llongueras.


Hoy con 40 años, honro mi pasado y mi amor por el maquillaje ofreciendo asesorías. Cada sesión es una oportunidad de compartir mi conocimiento y mi corazón, guiando a mis clientas hacia una experiencia de autoconocimiento y empoderamiento.


Estoy aquí para celebrar la belleza única de cada una y ayudar a encontrar su propia luz a través del maquillaje.